Una modalidad terapéutica poco difundida en el mundo, que busca ayudar, apoyar y mejorar, la situación de los pacientes terminales y sus familias, para que puedan afrontar de mejor manera, la partida de ese ser querido.
Hoy en día, la Organización Mundial de la Salud ha decretado que los cuidados paliativos son un derecho esencial para todas las personas. Sin embargo el 50% de los enfermos terminales de todo el mundo jamás lo reciben y el 75% muere con dolor emocional.
En realidad la terapia de cuidados paliativos, comprende un amplio conjunto de tratamientos, que van desde el suministro de fármacos para aliviar el dolor físico del paciente, hasta tratamiento psicológico para él y su familia, trabajo social y un conjunto de actividades que le permita disfrutar de la mejor manera sus últimos momentos en este mundo, dadas las circunstancias.
Los cuidados paliativos no son nada novedoso. Surgieron durante la edad media, donde se intentaba dar cobijo y alivio al sufrimiento de los pacientes que perecían posteriormente debido al poco desarrollo en materia de salud y las condiciones sanitarias de la época.
Posteriormente, por el año 1967, aparecería en Londres el primer hospicio que aceptaría a personas con enfermedades terminales. Su propósito era el de brindar apoyo físico y psíquico, tanto a los pacientes como a sus familias para que pudiesen sobrellevar el duelo. Además, de realizar estudios para encontrar nuevos tratamientos que pudiesen alargar su tiempo de vida o curar esa enfermedad en el futuro.
Sin embargo, lo que hoy en día entendemos como un centro de cuidados paliativos no es lo mismo que un hospicio. En un centro de cuidados paliativos el tiempo de vida estimado para el paciente debe superar los 6 meses y también, debe existir una pequeñísima probabilidad de que la enfermedad remita. En cambio un hospicio es un lugar en el que ya no hay vuelta atrás y solo se procura brindar la mejor atención al paciente y su núcleo familiar para que puedan aceptar la situación.