Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, conocido internacionalmente por su personaje Cantinflas, fue un mimo, actor, productor, guionista y comediante mexicano de la Época de Oro.
El personaje es asociado con la identidad nacional de México y le permitió a Cantinflas establecer una larga y exitosa carrera cinematográfica que incluyó su incursión en Hollywood. Se convirtió en un ícono mexicano y su legado perdura hasta nuestros días e incluso Charles Chaplin comentó una vez que era el mejor comediante vivo para entonces.
En los Estados Unidos, es recordado como coprotagonista con David Niven en la película ganadora del Óscar a la Mejor Película titulada La vuelta al mundo en 80 días, por la cual Moreno ganó un Globo de Oro al Mejor Actor - Comedia o musical.
Se dice que el estilo de salir a hacer comedia, disfrazado de «peladito», lo tomó del comediante Manuel Medel. El humor de Cantinflas tan cargado de aspectos lingüísticos del habla mexicana, tanto en la entonación, como en el léxico o la sintaxis, fue tan celebrado por todos los países hispanohablantes en América y España que surgió toda una gama léxica de nuevas palabras: ser un cantinflas, cantinflear, cantinflada, cantinflesco o cantinflero.
A pesar de que algunas de sus películas fueron dobladas al inglés y al francés, los juegos de palabras tan particulares en el español de México resultaban difíciles de traducir. Su gran éxito lo logró entre el público hispanohablante, en Hispanoamérica, Guinea Ecuatorial y España.
Como pionero del cine mexicano, Mario Moreno contribuyó a su florecimiento durante la Época de Oro del Cine Mexicano. En su vida también fungió como empresario y se involucró en la política de México. Aunque fue conservador, su reputación como portavoz de los desprotegidos le proporcionó autenticidad y se convirtió en una figura importante en la lucha contra el charrismo sindical, que es la práctica del gobierno de un solo partido, para manejar y controlar a los sindicatos.
El 29 de agosto de 2014 fue estrenada una película en su memoria protagonizada por el actor español Óscar Jaenada, que se centra en su llegada al cine de Hollywood, a finales de la década de 1950.
¿De que murió Cantinflas?
Mario Moreno, Cantinflas, falleció a los 81 años en su domicilio de la Ciudad de México y rodeado de sus familiares, a consecuencia de un cáncer de pulmón.
La enfermedad, que le obligó a pasar sus últimos días en cama, le fue detectada mes y medio antes de su deceso en la ciudad de Houston, Texas. Sin embargo, su estado de salud se había mantenido reservado por petición del propio actor.
El día que murió Cantinflas
Por la tarde del 20 de abril de 1993 Abraham Zabludovsky, conductor estelar de noticieros Televisa, interrumpió la programación del Canal de las Estrellas para informar que había muerto el gran mimo de México, Mario Moreno ‘Cantinflas’. La noticia conmocionó a millones de hogares que tenían encendido el televisor.
En ese momento el país vivía un periodo de emociones encontradas. La gestión de Carlos Salinas de Gortari se encontraba en el penúltimo año de su gobierno con la firma del Tratado de Libre Comercio en puerta y un ambiente tenso por saber quién sería el candidato priísta para la elección presidencial del siguiente año. Miles de mexicanos no olvidaban y tenían presente “la caída del sistema” con que el presidente se legitimó en el poder, por lo que no querían padecer otro fraude en 1994, y prestaban atención a las maniobras del PRI.
Pero todo se detuvo el 20 de abril. El fallecimiento de Cantinflas fue detonante de una tristeza masiva inusitada. Después del deceso de Pedro Infante en 1957, ningún artista había dolido tanto por su partida. Y con Mario Moreno fue más especial porque murió luego de haber sido apreciado por tres generaciones a través de sus películas: abuelos, padres e hijos. Sin querer, su figura fue símbolo de unificación generacional en personas de distintas edades.
La dimensión de esa trascendencia en ancianos, adultos y jóvenes pudo apreciarse en el adiós popular que le brindó la gente. Se organizaron repentinamente cadenas humanas sobre las aceras de calles y avenidas y encima de los puentes peatonales para arrojar flores y aplaudir a la carroza fúnebre que transportaba su féretro. A través de edificios y azoteas, habitantes de estos inmuebles se asomaron a la calle para derramar lágrimas dedicadas al ídolo.
Cientos de personas abarrotaron las inmediaciones del teatro Jorge Negrete para participar en su funeral, evento al que se les permitió el acceso para poder despedirse del mimo. “Gracias por todo”, “te queríamos mucho”, “no te vayas”, fueron algunas manifestaciones expresadas durante el velorio. Hubo quienes sufrieron desmayos o crisis nerviosas porque el actor representó una etapa importante de sus vidas.
El llanto fue masivo. Hombres y mujeres por igual, tocados en sus fibras sensibles, le lloraron con fotos de sus personajes como último recuerdo. Hubo quienes le escribieron cartas que fueron depositadas en su tumba dentro del Panteón Español, cementerio al que arribaron cientos de admiradores para comprender que en efecto Cantinflas había muerto, porque “hasta no ver, no creer”.
El dolor fue tan grande que el luto nacional duró tres días. Así, Cantinflas se iba entre una paradoja: hizo reír a millones en vida pero los puso a llorar con su muerte. Las alegrías que causó con sus ficciones, se transformaron en depresión de 72 horas en la realidad.