La inauguración del Metro el jueves 4 de septiembre de 1969 constituyó la obra que cambió para siempre la historia de la movilidad en la Ciudad de México, la cual se convirtió en la trigésima novena capital del mundo que estrenó dicho medio de transporte.
Su acta de nacimiento, las placas que dieron a conocer su puesta en marcha, se perdieron, cuando José Ramón Amieva, exjefe de Gobierno capitalino, con una orden borró esa parte de la historia de la gran urbe, pues ordenó retirar las placas que daban cuenta de la inauguración de la obra nada más porque tenían el nombre del expresidente Gustavo Díaz Ordaz.
Sin embargo, subsiste el reconocimiento internacional del Comité Internacional de Metropolitanos a su administración por vencer las dificultades técnicas y haberlo construido en tiempo récord en un subsuelo, estimado por el Congreso Mundial de Mecánica de Suelos, como el más difícil del mundo.